Se dice al tiempo que se dedica a actividades que no son trabajo, ni tareas domésticas esenciales. Es un tiempo recreativo que se usa a discreción.
Todos tenemos, y es necesario que así sea, tiempo diario destinado al ocio. Personalmente decidí desde el año pasado que una parte de este tiempo lo dedicaría a cursar la licenciatura en "Ciencias del Trabajo".
Todo tiempo dedicado a una actividad conlleva una tasa de sacrificio de la realización de otra. Venía uno de estos días reflexionando y pensando sobre esta cuestión y sobre que tasa de sacrificio me estaba suponiendo esta decisión de continuar los estudios.
En la tranquilidad del recorrido de vuelta, acompañado de una suave música de fondo que permitía que de manera pausada y relajada mis pensamientos fluyeran, imaginaba todas esas otras actividades que podría realizar en ese tiempo de ocio y las cuales sacrificaba para realización de la otra.
En un principio me sentí un poco abrumado y agobiado. ¿Me estoy equivocando con mi decisión de estudiar?, el desgaste personal que estoy asumiendo, ¿tendrá la recompensa esperada?. En mi mente se agolpaban recuerdos de tardes en las que destinaba ese tiempo a mis salidas en bicicleta junto a mis hermanos, los cuales las siguen realizando, o bien las salidas a correr por los montes de Portman y desde donde disfrutaba de magníficas vistas del Mar Menor y del Mediterraneo. Tampoco podía eludir de mi mente el gran sacrificio que también está realizando mi mujer para que yo pueda llevar a cabo mis estudios. Todas esas tardes, noches y fines de semana en las que desde la soledad de no poder contar conmigo para compartir actividades, recibo su apoyo abnegado sin el cual sería imposible esta aventura.
Es cierto que nadie me obligo a tomar este camino, también es cierto, que al contrario que otros, tengo este tiempo para poder dedicarlo a lo que quiero, y que mi vuelta a la universidad me está haciendo recordar mis ya lejanos primeros años de universitario, haciéndome sentir aún más joven.
Tras esos momentos en los que el desánimo y el abatimiento se hicieron un hueco en mi mente, me dije basta. Tomé distancia y me hice el mismo planteamiento que cuando estoy en una carrera de larga distancia. Los estudios son eso, una carrera de largo recorrido durante el cual hay momentos en los que planteas abandonar porque no le encuentras sentido ni al esfuerzo ni al dolor que sufres mental y físico.
Creo que ese momento del coche, en la soledad, junto a mis pensamientos y a mis incertidumbres me hicieron un poco más fuerte mentalmente. Ahora lo tengo más claro. Sí, yo tomé una decisión desde la responsabilidad y a ella me debo. No voy a dejar hueco a la duda, voy a finalizar esta carrera y creo que en la meta tendré mi recompensa. De momento, durante el recorrido oigo los gritos de ánimo de mis padres, de mis hermanos y sobre todo el aliento y la compañía de Carmen.
Vamos, vamos que solo quedan ocho meses.
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